SEGUNDA RESPUESTA DE MARTÍN KOHAN

No minimizo el poder que el mercado tiene,
pero tampoco lo creo omnipotente y definitivo. Creo en la posibilidad de
repolitizar aquello que eventualmente el mercado despolitiza (lo creo incluso
una necesidad). El tipo de análisis que me propongo precisa materiales
narrativos concretos y a eso recurro, sin dejar de enfatizar y cuestionar (de
hecho así lo planteo en mi texto) la vacancia de la palabra pendiente en el
ámbito judicial. Me valgo y me apropio por eso de aquello que considero puede
ser útil para una lectura política, aunque la intención de su enunciación y la
intención de su publicación puedan haber sido muy otras. De ese hablamos, en
última instancia, cuando hablamos de lucha de discursos.
La duplicación que usted señala en mi
texto aparece allí justamente para ser cuestionada (los adjetivos que usted
mismo cita: "habitual", "previsible" y "cómoda"
no indican sino ese cuestionamiento). No hablo de adversarios simétricos ni hablo
en términos de bipolaridades. Y no lo hago porque me propongo justamente
cuestionar cualquier teoría de los dos demonios.
Lo que usted señala es inobjetable: hubo
terrorismo de Estado y hubo una represión brutal, cuyos efectos tal como usted
dice podemos palpar todavía. Mi texto no ignora eso, no soy tan estúpido. Pero
tampoco tengo nada que decir al respecto que no haya ya sido dicho con
abundancia y con justeza, y mucho menos a los interlocutores que suponía iba a
tener en el Congreso de Literatura en Comodoro Rivadavia.
Mi lectura apuntaba a otra cosa, que no
invalida lo que usted señala. Esa otra cosa tampoco es original (no hago sino
retomar los trabajos de Juan Carlos Marín, Inés Izaguirre, Pablo Bonavena,
Flabián Nievas), pero pensé (y de hecho sucedió, lo demuestra este intercambio)
que podía estimular un debate de interés.
La memoria del terrorismo de Estado,
indispensable e insustituible, no impide interrogar otra memoria: la memoria de
la lucha armada. Caso contrario, la historia concreta de esa lucha se estaría
diluyendo en cierto olvido. Me pregunto por qué supone usted que traer eso a
colación implicaría restablecer una teoría de los dos demonios si, como digo,
no hay en mi texto ni una sola palabra que exprese una condena a esa lucha revolucionaria
(es más, si usted se fija, hay palabras que expresan lo contrario de una
condena).
Me pregunto si usted no presupone esa
doble condena en mi texto, donde en verdad no está, porque lo concreto es que
usted la presupone no ya en mi texto, sino en general. Es decir que presupone
que una memoria reivindicativa sólo puede y debe concentrarse en la feroz
represión del terrorismo de Estado, pasando por alto una memoria de la lucha
armada; porque traerla a colación no puede sino motivar una condena -y con esa
condena, los dos demonios.

En lo que a mí respecta, aprecio este
intercambio y acepto el darlo por cerrado si es esa su voluntad. Agradezco el
respeto de este diálogo y el concederme la posibilidad de que este texto que
aquí le envío aparezca en su blog. Sólo me resta lamentar que no haya estado
usted presente en aquella bochornosa tarde del Congreso, podríamos haber
entablado este diálogo allí y las cosas habrían ido mejor.
Le mando un abrazo,
Martín
Comentarios
Publicar un comentario