EL ARTE DE EXPLICAR










EL ARTE DE EXPLICAR

Texto elaborado para el proyecto LA EXPEDICIÓN, al que fui invitado. Se trata de una expedición entre Buenos Aires y La Plata, en la cual, los artistas participantes, interactúan con otros artistas y comunidad. Mi papel fue contribuir al armado del toldo con el que, los artistas expedicionarios, se protegerían del sol y las inclemencias. Mas información en el enlace que acompaña esta entrada.



Hubo un tiempo en que una obra de arte no necesitaba explicaciones. Es más, si alguna las requería se despeñaba verticalmente del olimpo de las obras logradas. Esas reverberaban por sí mismas en una muda elocuencia, nacida, justamente, de ir más allá de las explicaciones comunes. Benjamín le llamó aura y advirtió los cambios que le sobrevendrían con su reproducción. Porque estaba claro que, para repetir una obra, había que cumplir un procedimiento y explicárselo a quien fuera a hacerlo, y que de ese modo, además, quedaban establecidas para ser reproducidas cuantas veces se quisiera. El truco era que, como los humanos entendemos mal por estructura, la presentación repetida de la obra, lograba efectos renovados.

- ¡Magia! Gritaban algunos.

- ¡Bah..! Supercherías de esnobs. Decían otros.

Bueno, y aquí estamos en esa complicación de principios que anima al arte contemporáneo. Y empiezo por las explicaciones porque así se me reveló el espíritu de este proyecto. Cuando recibí el mail de Zita*, invitándome a participar, quedé perplejo. Según entendí en ese momento, la obra consistía en una travesía en bicicleta, con paradas en diferentes lugares, en los que se interactuaría con otros artistas. Como ella me escribía desde Bariloche, el eje centro - periferia se me impuso. Ergo: me invitaban a una travesía en bicicleta desde Bariloche a Buenos Aires. Mis pensamientos eran confusos: ¡Qué locos! ¡Qué audaces! Pero es obvio que no me conocían; en mi última travesía en Bicicleta (a contraviento y con el sol de Madryn al mediodía, hay que decir a mi favor) terminé púrpura, jadeando y asistido por las empleadas del Eco Centro que creyeron que me daba algo. Pero no pasó nada que no se arreglara con un vaso de agua.

Como frecuentemente entiendo mal, dejé el mail para el otro día. Entonces me quedó más claro que la travesía no era de Bariloche a Buenos Aires, sino desde Buenos Aires a La Plata, y que, además, no me invitaban a ir en bicicleta, sino a integrar el toldo que se utilizaría como protección en las paradas. ¡Ah bueno! Así estaba mejor. De todos modos los malentendidos no terminaron ahí, porque el mail de Zita decía: “ tené en cuenta que del borde se come, así que dejá una franja…” Entendí literalmente que el borde debía ser comestible. ¡No se rían! ¿No hemos visto obras hechas con bifes, fuentes de chocolate, galletitas, o las mismas obras de Minujín hechas con hamburguesas? Pensaba en un borde de obleas y ostias hasta que mi mujer me explicó la costura. Ahí me despeñé como las obras que caían al explicarlas.

Ya en posesión de la claridad, empecé a pensar en la obra. Me imaginé el toldo y su utilidad, y que si estuviera en ese sitio, tal vez fuera útil un lugar por donde sacar la cabeza.

- ¡Aja! ¡Acá tengo algo! Me dije.

Pensé en lo público y lo privado… en lo íntimo…inti…mar…

- ¡Si! Funciona: INTI - MAR. El dios del sol, el mar, ¡que bueno! el paisaje y el mito, ya está.

Sacar la cabeza me llevó al cierre relámpago y el mar al salvavidas y todo eso en un paño de lona de sesenta por sesenta.

Fui a FLASH BORDERS, una casa que borda buzos para estudiantes y hace gigantografías. Iba un poco prevenido pensando en qué le diría para encargarle el trabajo, pero me sorprendió la naturalidad con que recibió mis explicaciones:

- no hay problema, para mañana a la tarde está…, Times…, cinco centímetros, disponer desde el centro…si, listo”

Al día siguiente el paño decía: INTA / MAR,

- ¡Ah!, ¿No era INTA? Mirá, yo creía que el INTA ahora se ocupaba de los cultivos de mejillones, Y dije: ¡que bueno!

Le dije que no, que no era del INTA y que quería que dijera INTI, ni soñar de contarle lo del mito, el dios del sol y el viaje en bicicleta. Y si bien no me preocupa mucho, creí necesario administrar el poco de cordura que todavía me atribuyen.

Me lo corrigieron y con el paño bordado fui a la modista a terminar la obra. Ahí era más difícil no dar explicaciones, o darlas que es peor. Llevé la lona, la desplegué en el mostrador, en medio de un caos de pantalones, tijeras y retazos.

- Mire, lo que quiero es que me haga una forma así…y que la rellene, y que luego la pegue, o la cosa alrededor del cierre. ¡Ah! y quiero que ponga un cierre en el medio. A esta distancia de la palabra INTI, y acá debajo de la palabra MAR…

Me miró por encima de los anteojos y guardó silencio. Fue peor que si me preguntara mucho. Me adelanté y le dije:

-Es una obra de arte…, con una musiquita dudosa.

Volvió a mirarme con esa mezcla de indulgencia y sospecha. Entonces le solté todo el rollo:

- Me invitaron a participar en un proyecto, hay que hacer un toldo y somos unos dieciséis, más o menos. En realidad no recordaba cuantos participábamos y no importaba mucho. Pero ella me interrumpió…

-¿No son veinticuatro?

- No, ¿Por qué?

- Por el federalismo, uno por cada provincia, sino después…

- ¡Ah!, no, no es federal, es decir…

Ahora el silencio lo hice yo, y ella entendió que por ahí no íbamos a ningún lado. En un acuerdo tácito volvimos a mirar el paño y yo tomé la tiza para dibujar la figura que quería mientras ella me prometía practicar antes de hacerla.

En ese momento entró un señor muy compuesto al que ella recibe con un gesto muy parecido al que me dedicó a mí:

- Ud. es el de la bombacha gaucha.

- Así es. Dijo el hombre con firmeza.

- Bueno, acá la tiene, le cosí la guarda dorada en las piernas y la cara del Che en el bolsillo de atrás.

- Es para el pibe, ¿vio? quiero ver si lo intereso en la agrupación, para sacarlo de la calle, pero no se…

La modista volvió a mirar por encima de los lentes y guardó silencio. Y yo no me sentí tan solo.


*zina katz

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