RUMORES

INTERVENCIÒN EN EL PAISAJE


conjunto de siete fotografías de 70 x 100 c/u
Se trata de una serie de seis fotografías de 70 X 100. Como en otros proyectos, la obra se ofrece inacabada. La fotografía porta el relato de la intervención, a la vez que sirve de soporte a la identificación del espectador y testimonia que la intervención ha ocurrido.
La intervención consistió en la instalación de guantes de trabajo en las bocas de los caños abandonados en el campo por la explotación petrolera. Cada par está dispuesto como si realizara el gesto de amplificar un sonido con las manos. Sobre su dorso lleva pintada la frase: ¡EL LOBO! que alude a la leyenda del pastor mentiroso. Procura reflejar el clima de rumores catastróficos que acompañan las crisis en nuestra región.


“Allí quedaron, solos en su ímproba tarea. Aquella que se proponía establecer en este agobiado paisaje, un signo. Uno que no se pudiera atribuir a la labor de un loco, ninguno se toma tantas molestias. Tampoco de un místico, no hay aquí nadie a quien convertir. Uno que pudiera suscitar la pregunta: ¿y si fuera arte?






Estas Intervenciones en el paisaje, operación predominante en mi practica actual, me llevan a una reflexión sobre el modo de recepción de la obra y casi a una reformulación del sujeto de esa recepción. Este sujeto es concebido tomando como base, un caminante ocasional. Un transeúnte en sentido estricto.



La practica de caminar es habitual en esta zona. Aprovechando las innumerables huellas petroleras que surcan el territorio, algunas personas van en busca de silencio, evidencias del pasado o el alto horizonte que ofrecen las terrazas de la meseta.
Tomando en cuenta este hipotético transeúnte es que figuro un encuentro con una producción que no se deja reducir a los discursos que modelan el paisaje: la explotación petrolera en primer lugar, el turismo o la conservación ecológica. Como decía anteriormente, uno que suscite la pregunta: ¿y si fuera arte?
El sujeto de la recepción queda entonces a medio camino entre el Campo y el Museo como en Macedonio. La obra puede encontrarse en su estado material o en su memoria, sea esta fotográfica o en el relato que la activa. El encuentro con ella presupone una intencionalidad cuyo horizonte es incierto y finalmente reconducido al arte.

Sin embargo, el arte que practico lleva todas las marcas de lo urbano. Es un arte nacido en capitales densas. Y mi condición de artista (lo que me condiciona como tal) se empapa de ellas y las aplica aquí, donde hay medio habitante por kilómetro cuadrado. Donde el llamado del grito de Munch no surge del anonimato de las multitudes. Surge de la distancia de un prójimo a mucho mas que un tiro de piedra. ¡Quien oye!







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